LA SINCRONICIDAD


Seguro que alguna vez te habrá pasado; vas a llamar a alguien por teléfono y en ese mismo instante, es esa misma persona la que te llama a ti (también suele pasar que no te creen cuando dices que pensabas hacerlo en ese momento...). O a veces, sin saber porqué, recuerdas o sueñas con alguien que hace mucho tiempo que no ves y al día siguiente, te cruzas con él o ella por la calle. O tal vez tienes en mente algún proyecto y no te acabas de decidir y en ese instante ves  una valla publicitaria con el mensaje "Just do it"

Lo cierto es que, estos fenómenos, que en principio no tienen una relación causa-efecto, ocurren con más frecuencia de lo que creemos y por lo general, los solemos atribuir a la casualidad, coincidencia, al destino y hasta a la divina providencia.

El psicólogo Carl Jung denominó a este fenómeno Sincronicidad y lo describe como una manifestación externa del inconsciente colectivo, al cual le atribuye un  significado( muy ligado a la física cuántica), en la que todo y todos provenimos de un único mundo, una realidad unificada de la que todo emerge y a la que todo regresa, en la que el todo existe en cada parte.

Jung observó que una experiencia sincrónica suele aparecer en momentos no esperados, pero siempre en el momento exacto, cambiando incluso a veces la dirección de nuestras vidas e influyendo en nuestros pensamientos. Pero para que eso suceda, es básico estar atento a las señales y al mundo.
Si estamos atentos a lo que pasa en nuestro entorno, habrá mayor probabilidades de que ocurra sincronía a nuestro alrededor. La sincronía puede aparecer en todo, desde programas de televisión, hasta conversaciones, encuentros en la calle o libros que aparecen “de la nada”.
Cuándo se produce este “despliegue del orden creativo (según Joseph Jaworski en su libro “Sincronicidad”) atraemos a personas y situaciones para que se vean cumplidos nuestros deseos sin necesidad de realizar ningún esfuerzo .
Y no se trata de ninguna experiencia relacionada con la magia.

Sin saber cómo, nos vemos implicados en una serie de situaciones que se van sucediendo, a partir de proponernos un determinado objetivo y implicarnos en la creación de nuestro propio futuro.
Muchas veces pueden darse situaciones que, en apariencia, van en sentido contrario a lo que nos habíamos propuesto (que nos deje nuestra pareja cuando lo que pretendíamos era mejorar la relación o que nos echen del trabajo cuando ya nos habíamos “acostumbrado” a él…)
A simple vista, parece una contradicción pero, sólo si esperamos lo suficiente, descubriremos que nuestra nueva pareja cumple con todos los requisitos necesarios para nosotros y que nuestro nuevo empleo nos satisface más que aquel en el que estábamos porqué no teníamos el valor de dejar.

En nuestra vida cotidiana, muchas veces nos aferramos a situaciones que nos disgustan o nos crean insatisfacción y el miedo nos impide dar el paso que querríamos dar y tomar aquellas decisiones que, en nuestro interior, sabemos que deberíamos tomar.
Nuestra mente lógica hace acallar a nuestra sabiduría emocional. Cómo dice Mark Twain “Siempre encontrarás excusas, pero ninguna es una razón”.

Para poder caminar, tan sólo es necesario empezar a andar.

Somos conscientes que hay cosas en nuestro mundo personal o profesional que podríamos mejorar y cuando finalmente tomamos la decisión de marcarnos nuevos objetivos e ir a por ellos, implicándonos de forma activa en la construcción de nuestro deseos, sin saber cómo, empiezan a pasar cosas que nos ayudan a ponernos en marcha: encuentras un libro que te proporciona nuevas ideas, conoces a alguien que te facilita un contacto, etc.

Este post, sin ir más lejos, es un ejemplo de sincronicidad.
¿O acaso crees que es una casualidad que lo estés leyendo en este momento?

;-))







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