La Generosidad se podría definir como un hábito o virtud deseable para las relaciones sociales y está relacionada con el hecho de dar, sin esperar nada a cambio. En definitiva, ofrecerse y estar disponible para los demás cuando nos necesiten.
Aunque como se apunta anteriormente, se trate de una virtud, a veces, cuando somos excesivamente generosos, podemos encontrarnos con respuestas inesperadas por parte de las otras personas, que nos pueden llegar a desconcertar.
Y es que ser excesivamente generosos, puede provocar incomodidad.
Colmar de regalos a alguien, invitar siempre tú a cenar, ofrecer siempre ayuda y no dejar que los otros te puedan ayudar a ti en algo, causa un desequilibrio en la relación y sólo podemos volver a reajustarlo cuando dejamos que los demás hagan también algo por nosotros.
Como tantas veces, solo necesitamos ponernos en el lugar del otro y ver las cosas desde su perspectiva. Es decir, si cuando tu ofreces ayuda siempre te dijeran, ”no gracias, ya puedo”, o cuando quisieras invitar a alguien porque te hace ilusión, el otro dijera, “no, ya pago yo”, ¿qué pensarías? La realidad es que te ahorras dinero y trabajo, pero te sientes fatal porque no han aceptado lo que tú ofrecías de manera sincera.
¿Verías a esa persona como generosa porque siempre paga ella o egoísta porque no te deja pagar nunca?
En el equilibrio esta el secreto. Como dice el saber popular “el veneno está en la dosis”.
Podemos entonces diferenciar entre la generosidad del dar y la generosidad del recibir. Las personas generosas no sólo están disponibles y se dan a los demás, sino que también deber dejar el espacio necesario para que quepa la generosidad de los otros hacia ellos.
Para ser generoso no se trata sólo de ofrecerse, sino también de aceptar lo que los demás saben dar.
Generosidad es también pedir ayuda, reconocer que a veces no podemos solos y valorar a aquellos que nos rodean.
“ Da sin arrogancia y recibe con dignidad”. (Plutarco)
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